jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Para qué sirve la ciencia?

Los usos y aplicaciones y productos indirectos de la ciencia son múltiples: su producto directo es el conocimiento. Puede decirse, en general, que la ciencia sirve para cuatro cosas: clasificar, explicar, predecir y controlar.
Clasificar es un primer paso para entender. Da orden a lo que observamos y nos permite ver con mayor profundidad. Al describir un sistema y clasificar sus componentes descubrimos relaciones entre ellos, que no eran apreciables a simple vista. Aunque describir, catalogar, enumerar y ordenar no son las actividades centrales de la ciencia, si son pasos necesarios para iniciar el estudio de la naturaleza (y en muchos casos es todo lo que se puede hacer, al menos por un tiempo, cuando se abordan sistemas novedosos; por ejemplo, si descubriéramos vida extraterrestre seguramente tendría que pasar un tiempo antes de que lográramos trascender esta primera etapa).
Un segundo nivel se logra cuando, además de tener claro que es lo que hay ahí, logramos también explicarlo. Esto es lo que se considera esencial en la actividad científica: la generación de hipótesis que, al probarla, permite darle sentido a lo observado: comprenderlo.
Pero así como la actividad científica no termina en describir y clasificar un sistema, también puede llegar mucho más allá de explicarlo. Cuando un estudio científico ha producido una descripción y una explicación suficientemente detalladas, que nos permitan comprender con profundidad un sistema, se hace posible predecir como se comportará. Para ello se generan modelos desde simples metáforas hasta modelos mecánicos, matemáticos o incluso simulaciones computarizadas muy precisas. Por supuesto, la eficiencia de estas herramientas de predicción también se somete a prueba, proceso que permitirá irlas refinando.
Y si el potencial asombroso de la ciencia se manifiesta cuando genera conocimiento de lo que todavía no sucede, esta capacidad se concreta cuando tal conocimiento se aplica para no solo saber los que sucederá, sino para modificar tal destino. El conocimiento científico, al aplicarse, nos permite controlar los sistemas de estudio, alterando su comportamiento. Es aquí cuando la actividad de hacer ciencia, que muchos conciben como pura y desligada de los problemas cotidianos, adquiere con más claridad una responsabilidad ética. Es al modificar la naturaleza que podemos cometer errores y causar daño.
Clasificar, explicar, predecir y controlar: los cuatro principios que muestran el poder y la utilidad de la ciencia, aplicables a todas las ciencias, ya sea Quimica, Fisica, Astronomia, etc.

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